domingo, 21 de octubre de 2012

Pensándolo bien


Después de varios días de insomnio, hoy pude dormir toda la noche. No supe exactamente a que hora desperté; pero me quedé acostado mucho tiempo, hasta que escuché repetidos golpes en la puerta. ¡Que extraño! Debe de ser un vendedor o tal vez se trate de un testigo de Jehová, pensé mientras me dirigía a abrir. En cuanto llegué a la puerta, percibí un aroma a rosas que contrastaba con el olor nauseabundo a humedad de mi casa. Al abrir la puerta, noté que se trataba de Carla. Estaba más bella que de costumbre. La miré a los ojos, y en ese instante me arrebató una sonrisa. A la vez que me correspondía, sacó de su mochila un limpiador de pisos. Lo único que pude pensar en ese momento fue: "¿Qué pretende hacer con esa cosa, vendérmela?" Enseguida, me dio un par de guantes de hule, aromatizante ambiental, una jerga y jabón en polvo, y entró a mi casa dejándome parado en la entrada con todas esas cosas. Me recordó que se acercaba la Navidad, y todo tenía que estar en orden y limpio. No le encontré sentido a sus palabras; sin embargo, dudas y más dudas se posaban en mi cabeza. ¿Por qué razón una chica como ella perdería su tiempo ayudándome a limpiar este basurero? ¡Soy un idiota!  En vez de estar agradecido por su cortesía, me la paso preguntándome por qué me ayuda o qué pretende.

Mientras limpiábamos la casa, recordamos los pocos ratos compartidos durante la secundaria. Entonces, surgió la conversación acerca del próximo inicio de semestre. Me preguntó si regresaría a la preparatoria en Febrero y así, lograr graduarme en Agosto. Me quedé callado. No parecía muy contenta, así que no preguntó nada más. Me contó sus planes para el año próximo, lucía muy entusiasmada. Pretendía ponerse a dieta, aprender a tocar la guitarra y conseguir un mejor puesto en la empresa donde trabaja. Eso de aprender a tocar la guitarra y ascender de puesto en su trabajo, me pareció excelente. Pero, ¿bajar de peso? ¡Eso no tiene sentido! Es muy delgada. Su prominente cadera denota que ha dejado atrás la adolescencia, y lo que ella considera sobrepeso es en realidad madurez. Después de unas cuantas horas, terminamos la limpieza. Ella se despidió dándome un beso el la mejilla y diciéndome: "hasta mañana".

Ahora que analizo todo lo que sucedió, me doy cuenta. Mantenerme ocupado y con compañía, ahuyenta el sentimiento de culpa.

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