Después de varios días de
insomnio, hoy pude dormir toda la noche. No supe exactamente a que hora
desperté; pero me quedé acostado mucho tiempo, hasta que escuché repetidos
golpes en la puerta. ¡Que extraño! Debe de ser un vendedor o tal vez se trate
de un testigo de Jehová, pensé mientras me dirigía a abrir. En cuanto llegué a
la puerta, percibí un aroma a rosas que contrastaba con el olor nauseabundo a
humedad de mi casa. Al abrir la puerta, noté que se trataba de Carla. Estaba
más bella que de costumbre. La miré a los ojos, y en ese instante me arrebató
una sonrisa. A la vez que me correspondía, sacó de su mochila un limpiador de
pisos. Lo único que pude pensar en ese momento fue: "¿Qué pretende hacer con esa
cosa, vendérmela?" Enseguida, me dio un par de guantes de hule, aromatizante
ambiental, una jerga y jabón en polvo, y entró a mi casa dejándome parado en la
entrada con todas esas cosas. Me recordó que se acercaba la Navidad, y todo
tenía que estar en orden y limpio. No le encontré sentido a sus palabras; sin
embargo, dudas y más dudas se posaban en mi cabeza. ¿Por qué razón una chica
como ella perdería su tiempo ayudándome a limpiar este basurero? ¡Soy un
idiota! En vez de estar agradecido por
su cortesía, me la paso preguntándome por qué me ayuda o qué pretende.
Mientras limpiábamos la casa,
recordamos los pocos ratos compartidos durante la secundaria. Entonces, surgió
la conversación acerca del próximo inicio de semestre. Me preguntó si
regresaría a la preparatoria en Febrero y así, lograr graduarme en Agosto. Me
quedé callado. No parecía muy contenta, así que no preguntó nada más. Me contó
sus planes para el año próximo, lucía muy entusiasmada. Pretendía
ponerse a dieta, aprender a tocar la guitarra y conseguir un mejor puesto en la
empresa donde trabaja. Eso de aprender a tocar la guitarra y ascender de puesto en
su trabajo, me pareció excelente. Pero, ¿bajar de peso? ¡Eso no tiene sentido!
Es muy delgada. Su prominente cadera denota que ha dejado atrás la
adolescencia, y lo que ella considera sobrepeso es en realidad madurez.
Después de unas cuantas horas, terminamos la limpieza. Ella se despidió dándome
un beso el la mejilla y diciéndome: "hasta mañana".
Ahora que analizo todo lo que
sucedió, me doy cuenta. Mantenerme ocupado y con compañía, ahuyenta el sentimiento
de culpa.
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